Liahona Febrero de 1962

Liahona Febrero 1962

  1. La Realidad de Cristo por el presidente David O. McKay
  2. ¿Es pecado matar animales solo por gusto? por José Fielding Smith
  3. Nuevas Autoridades Generales Conferencia General
  4. El Libro de Mormón Obispado Presidente
  5. Propósito para 1962 por Manuel A. Sueldo
  6. El milagro del millón de misioneros Comité General del Sacerdocio
  7. El Libro de Abrahán por O. Presión Robinson
  8. Formación de la Misión Chilena por James Vernon Sharp
  9. La primera Estaca de Sion en América Latina Chuch News
  10. Convención del Sacerdocio del Distrito de La Plata por Hugo Salvioli
  11. El Filo de la Navaja por Sterling W. Sill
  12. La organización familiar Celestial por Parley P. Pratt
  13. La lección de Lucifer Church News

 


La Realidad de Cristo

por el presidente David O. McKay

Evidentemente, y con particularidad en estos tiempos en que crisis tras crisis lo azotan, el mundo necesita más que simplemente aceptar al Hombre de Galilea como el más grande de lodos los mortales. Lo que realmente debiera es creer en El como un Ser Diurno—como nuestro Señor y Salvador. Esta es la fe por la que el Apóstol Pedro pudo decir: “. . . Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” (Mateo 16:16) Tal la fe que movió  Pablo a dar su testimonio ante Agripa y testificar que Cristo le había aparecido diciéndole: “… Yo soy Jesús, a quien tu persigues…” (Hechos 9:5). La misma fe desplazó la incredulidad de Tomás al decir: “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28)

Con toda mi alma, yo creo con Pedro, aquel impetuoso apóstol, que «no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.» (Hechos 4:12) En aquel día, Cristo fue real para Pedro; y aún hoy Él es real.

Toda la filosofía de la progresión del hombre está relacionada con Su venida. Él es el Hijo de Dios, que aceptó la vida mortal aun siendo divino. En la marcha de esta progresión espiritual, existen ciertos y determinados pasos a seguir, aun cuando sólo podamos sentirlos.

El primer paso es lograr fuerza espiritual teniendo conciencia de la libertad. Este principio quedó establecido ya en el preciso instante en que Cristo aceptó su misión terrenal. Es el libre albedrío, fundamental para la libertad individual. En el principio, Dios pidió si alguien quería venir a la tierra para redimir a la humanidad. Uno respondió diciendo: “Envíame a mí, que yo obligaré a los hombres; pero sea mía la gloria.” Otro replicó: “Envíame a mí y sea tuya la gloria, Padre.” Esto daría a cada uno el derecho del libre albedrío. He aquí el comienzo de la progresión del alma. Dios desea que los hombres lleguen a ser como El mismo, pero para lograrlo debe primeramente hacerlos libres. Sí, esto es el sentido de la libertad. Vosotros podéis hacer lo que os plazca; aceptar o rechazar lo más alto y lo mejor de la vida; estar o no de acuerdo con el egoísmo, la enemistad y el antagonismo del mundo. Los instintos animales os permiten aplastar a vuestros semejantes para ganar ventajas sobre ellos. Acceded a ellos, si queréis, o elegid un sendero noble.

El segundo, es el sentido del auto-dominio. Antes de comenzar su ministerio, Jesús se probó a sí mismo de estar capacitado para dominar su propio temperamento. Aunque varias veces fué tentado, ni una sola vez cedió, declarando finalmente: “. . . confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33)

No cedáis a los apetitos de la carne en el mero esfuerzo de lograr placer y felicidad. Si cedéis, comprobaréis que dicha felicidad es una marchita flor en vuestros manos. Los hombres andan y andan hasta que se dan cuenta de que no pueden satisfacer falsos apetitos sin destruirse físicamente a sí mismos.

El tercer paso es el sentido de la obligación. Como ayuda para el desarrollo de esta virtud espiritual, Jesucristo es, como siempre, el supremo ejemplo. Verdaderamente, El dió su vida por otros. “Las zorras tienen guaridas, y las aves del ciclo nidos; más el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza.” (Mateo 8:20) Sacrificando sus propias comodidades y aun sus propias necesidades, El amonestó a todos: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen… (Ibid., 5:44) “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” (Ibid., 25:40) “Si tienes algo contra tu hermano, ve a él” — es un sublime principio que si fuera aceptado y llevado a la práctica, resolvería problemas entre comunidades, ciudades y naciones. El Señor no dejó de amonestar a los que tienen mala voluntad; aun fué más allá de ello. Notemos esto;.. . si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” (Ibid., 5:23-24)

Cuando hombres y naciones acepten y practiquen este principio, las guerras cesarán.

El servicio hacia nuestros semejantes hace más fácil el cuarto paso—consagración a Jesucristo y a lo justo.

En medio de su angustia suprema, en el jardín de Getsemaní, Él dijo: “. . . Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad sino la tuya.” (Lucas 22:42) Este es un ejemplo de total sumisión a la voluntad de Dios. Semanas antes, Él había anunciado este mismo principio con esta paradojal sentencia: “El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.” (Mateo 10:39) La veracidad de esto en el crecimiento espiritual, puede ser comprobada mediante cotidianas experiencias. Si os consagráis, es decir, si os “abandonáis” a esta solicitud, encontraréis la verdad. En otras palabras, os “encontraréis a sí mismos”. Es verdad que si un músico se sienta a su piano e interpreta una de las obras de Beethoven, posesionándose del espíritu y el motivo de la música, logrará deleitar a los que le escuchan y ganará sus aplausos; pero si, en lugar de consagrarse a ello, se preocupa más por su posición, buscando sólo agradar, no alcanzará nunca un grado realmente valioso en su carrera.

El mayor logro espiritual del hombre es hablar y actuar sólo para el bien del prójimo y la gloria de Dios; y esto hará que su vida sea un tesoro consagrado.

¡Cristo es real; Él vive! “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha ésta mi piel, en mi carne he de ver a Dios. (Job 19:25-26)

Tal es la fe que debe haber sustentado a los once apóstoles y a los setenta—por lo menos—discípulos que vieron a Jesucristo después de resucitado. En sus mentes no había absolutamente ninguna duda de Su personalidad. Ellos fueron testigos del hecho. Lo supieron porque sus ojos vieron, sus oídos oyeron y sus manos palparon la presencia física del Redentor Resucitado. Es esa firme ‘fe la que dió a luz la gloriosa visión dada conjuntamente al profeta José Smith y a Sidney Rigdon:

“Y ahora, después de los muchos testimonios que se han dado de él, este testimonio, el último de todos, es el que nosotros damos de él: ¡Que vive! Porque lo vimos, aun a la diestra de Dios; y oímos la voz testificar que él es el Unigénito del Padre—Que por él, y mediante él, y de él los mundos son y fueron creados, y los habitantes de ellos son engendrados hijos e hijas para Dios.” (Doc. y Con. 76:22-24)

La vida mortal de Jesús fué real. El nació de Dios: el Niño de Belén, el único Caballero perfecto que haya existido jamás—el Hombre Ideal cuyo carácter fuera supremo; nuestro Hermano, nuestro Salvador, el Ungido. ¡Dios nos ayude a hacerlo real en nuestras vidas!

Aquellos que tienen esa certeza en sus corazones, lo aceptan como “El Camino, la Verdad y la Vida”, como el único guía seguro en este problemático universo.

La armonía con los principios del evangelio de Jesucristo, trae la paz y la felicidad que El ofrece a este mundo arruinado por las guerras.

Nuestras oraciones, a cada instante, debieran ser porque la realidad del Cristo y la aplicación de sus enseñanzas para la felicidad y el progreso del hombre, sean más cabalmente consideradas y aceptadas en estos días que nunca.

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3 respuestas a Liahona Febrero de 1962

  1. Rossana Luzmila Clapez de Llantoy dijo:

    LiahonaSud

    Muchas Gracias por el envio de estos hermosos mensajes.

    Cordialmente,

    Rossana Clapes de Llantoy

    ________________________________

  2. carlos dijo:

    gracias por enviar estos mensajes que reconfortan y están siempre vigentes.

  3. Euclides dijo:

    Q maravilloso q podamos leer mensajes de aquellos tiempos

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